jueves, 13 de diciembre de 2012

Los locos nunca mienten


            En una de las tantas veces que fui al Borda, uno de los internos me dijo que él había participado en la última edición de "Corpiños en tus ojos", la revista que emite el FAB. Cuando le pregunté qué había escrito me dijo que no se acordaba. Recordé que tenía la revista encima y se la mostré. Él, comenzó a buscar entre las hojas el relato que, supuestamente, había escrito. Miró cada una de las fotos que acompañan los escritos hasta que dio con, según parecía, la que más le gustaba... "¡acá, acá!":
            "Déjame estar a tu lado esta vez. Junto a ti en el neuropsiquiatrico. Acompañándote durante días y meses. Sin desesperar hasta mi externación. Déjame estar a tu lado esta vez. Al despertar en una cama pesada, viendo el amanecer en un desayuno que podría envidiar el soltero empedernido"
            Nunca supe si realmente ese poema lo escribió aquél hombre, pero escritos que recalcan la dura realidad de los pacientes hay en todo el Hospital. Las paredes están llenas de dibujos y leyendas que reclaman atención. Hay voces que no pueden salir de allí pero tienen mucha más coherencia que aquellas que se encuentra en el Ministerio de Salud o en la Cámara de Diputado. La falta de cordura no está encerrada solamente en los paredones y rejas del Borda.
            La mayoría de los pacientes que se encuentran en el Borda son abandonados por sus familias. Algunos viven en un mundo paralelo y no recuerdan quiénes son ni de dónde vienen. Hombres, que, quizás, nunca sabrán que hay un mundo cruzando las rejas del Hospital; personas que por más medicadas que estén sienten las heladas del invierno igual, individuos que piensan que tienen todo y en realidad no poseen ni la mitad de lo que les corresponde. Son seres humanos castigados por no ser racionales.
            Dejados de lado por su condición, el camino de la locura inevitablemente se transforma en el de los nos escuchados. Ellos no tienen argumentos para defenderse ni herramientas para expresarse, no tienen la ayuda necesaria para poder curarse o poder mantenerse estables. La demencia parece ser un camino sin retorno, sin solución, algo utópico.
            Están tan marginados en esta sociedad que inevitablemente este grupo de personas se encuentra relegado en la lista de prioridades entre las agendas de los políticos. Los medios no los tienen en cuenta y los que detentan el poder deshacen a medida que pasa el tiempo.
            En este último tiempo el Borda ha sido noticia: al principio solo querían usar una hectárea del terreno para que el Gobierno de la Ciudad construya un Centro Cívico ¿Alguien vió algo en algunos de los noticieros renombrados? Luego, nos encontramos con una gran sorpresa: según los proyectos de la constructora, el edificio abarcaría desde la Avenida Caseros a Australia y desde Dr. Ramón Carillo a Perdriel; es decir que incluiría la totalidad de los terrenos del Borda, Moyano y Tobar García. ¿Se escuchó en las principales emisoras de Capital Federal el conflicto? ¿Se habló en los programas de debates públicos acerca de la resistencia de los enfermeros y empleados del Hospital? ¿Se dieron a conocer los distintos festivales a beneficio que se vienen realizando para que el PRO no tome los terrenos? ¿Alguien habló de la decepción que se generó cuando el FPV apoyó el traspaso de la venta del Edificio Del Plata? La respuesta es simple y rotunda: no. Peor aún, si no hubiera sido por el perfil mediático de María José Lubertino, nada se hubiera dado a conocer. Aun así, quedó en segundo plano.
            Los enfermos mentales, al igual que cualquier persona que padezca un problema de salud en este país, deberían tener una asistencia adecuada, un lugar que los contengan y un Estado que se haga cargo de ellos. Sin embargo, en nuestro país el sistema de salud mental no condice con el ideal: las personas que se encuentran sumergida en la locura, entre otras patologías, no tienen las herramientas para salir adelante. Son pocos los lugares que pueden contener a este sector marginado de la sociedad. Son pocas las personas que se preocupan por ellos y muchos los políticos que quieren sacar provecho.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Se aprobó la construcción del Centro Cívico



Se aprobó el proyecto de ley que permite la venta del Edificio del Plata y accede al traspaso de la sede del Gobierno de la Ciudad al “sur de la Ciudad de Buenos Aires”.
El jueves por la noche, se sancionó un paquete de leyes en la legislatura porteña. Entre ellas, el traspaso de la sede del Gobierno de la Ciudad junto con todos los ministerios y la venta del Edificio del Plata (actual centro de las oficinas del  Gobierno de la CABA).
Si bien esta es una idea originaria del PRO, a la hora de sancionar el proyecto contó con 40 votos a favor y 3 en contra (Rubén CamposClaudio Presman – ambos UCR- y María José Lubertino –FPV-). La legisladora porteña fue la única del Frente Para la Victoria que se opuso y en una entrevista aseguró: “Que se detenga la obra depende de la Justicia, hay dos amparos y yo he presentado un proyecto de salud para no solamente poner en valor el viejo Borda sino que si hay que refuncionalizar las casas de medio camino y con los propios pacientes. Se puede hacer la activación sin comerle terrenos a un espacio de la salud mental”.
La aprobación de este proyecto desemboca en la construcción del Centro Cívico en el barrio de Barracas, precisamente en las manzanas que ocupan los hospitales sobre la Calle Dr. Ramón Carrillo. Ahora, la oposición sale a justificar su voto, sin embargo, todos sabían que el macrismo tenía en la mira los terrenos del Borda, el Moyano y el Rawson; como es el caso de Gabriela Cerruti: “Votamos que la administración de la Ciudad se traslade al sur pero que no se haga el Centro Cívico en el Borda”.
Dos días antes de que se apruebe el proyecto de ley, la jueza Patricia López Vergara, a cargo del Juzgado N° 6 en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad, había decretado que las empresas que habían ganado la licitación no actuaran sobre los terrenos del hospital, ya que este es considerado, desde 1999, un Monumento Histórico Nacional. Las tierras no podían ser intervenidas hasta que el organismo correspondiente, la Comisión Nacional de Museos, dé su aprobación. Otras de las justificaciones por las que la jueza dictaminó que no se realizaran ningún tipo de construcción es que, debajo de la porción de tierra en disputa, hay un yacimiento arqueológico. Si bien el Gobierno de la Ciudad estaba al tanto de esto, se justificaron diciendo que le habían otorgado la responsabilidad al contratista de entregar todos los objetos de valor que se encuentren. 

sábado, 3 de noviembre de 2012

"Niegan la psiquiatría y ponen por encima la psicología"

       



       Ricardo Calavera explica de dónde parte el fundamento de las les leyes sobre la salud mental impuestas en Argentina.

"No estamos en contra del Centro Cívico por fuera de esto"


           Cuando nos acercamos al Taller Protegido N°19 Ricardo Calavera estaba de turno. Él es el delegado gremial de la junta interna de talleres protegidos.

¿Cómo empezó todo?

           Todo comienza a partir del 8 de agosto cuando el Gobierno de la Ciudad conjuntamente con el Ministerio de Desarrollo Urbano, trataron de que en este lugar se construya el Centro Cívico. Cuando los compañeros vinieron a trabajar un día a las 7 de la mañana se encontraron con que el taller y la canchita estaban vallados. Nos llamaron a nosotros y a partir de ahí nos hicimos presentes con compañeros del taller y con algunos compañeros del Borda para ver qué era lo que estaba pasando. Al comunicarnos la situación, nosotros, le planteamos que no podíamos aceptar esto. La gente del Borda tampoco sabía que el Ministerio de Salud le había cedido las tierras a Planeamiento Urbano para que construyan el Centro Cívico.  Tomamos la decisión de romper el vallado para asegurar nuestra fuente de trabajo y preservar el patrimonio que está acá dentro. Desde ahí que permanecemos acá en forma pacífica, nos quedamos a dormir. 

¿Quién está a cargo del taller? ¿Cómo decidieron qué medidas tomar?

           La comisión interna. En una asamblea conjunta que hicimos con compañeros del Borda, del Moyano y del Infanto decidimos sostener esta medida y plantearle al Gobierno de la Ciudad que revea la situación. Entendemos que los terrenos son espacios públicos y que es  una área de salud… no se puede construir una obra de tal magnitud, es una mega obra  no es chica ¡imaginate que quieren trasladar al Gobierno central más todos los ministerios a estos lugares!

¿El Ministerio de Salud no pensó en los pacientes?

           Sí pensaron en ellos. Estas medidas vienen desde antes del 8 de agosto, empezó en febrero. Vidal le había propuesto al Borda que se cedieran los terrenos y ellos refaccionaban el hospital. En una asamblea conjunta se decidió rechazar el acuerdo por parte de los trabajadores, profesiones y por nosotros. Lo que hicieron ellos fue acordar con las cúpulas sindicales menos ATE, contrariando, así, la voluntad de los trabajadores. 
Todo el mecanismo administrativo y licitatorio esta dentro de lo que es un fraude, un fraude procesal, un fraude administrativo. Sufre de irregularidades que no se condicen con lo que tienen que hacer




¿Hicieron algún tipo de denuncia?

           Hicimos dos denuncias penales una el juzgado criminal  N° 9 a Cargo de Ramón Padilla y otra en el juzgado federal a cargo de Rafecca donde planteamos la irregularidad del proceso y acusamos al Gobierno de Macri y a todos los funcionarios por coacción agravada. Venimos sufriendo presiones constantes, pero no solamente nosotros, si no, también, los compañeros del Borda, que, ahora, por ejemplo, les fueron descontados 53 días de trabajo aduciendo que mientras que estuvieron acá no trabajaron, lo cual es mentira. Luego los trasladaron a un taller nuevo, donde ellos se hicieron presentes también y les descontaron los días también.

¿Dónde está el otro taller?

           En Brancer 2675, 2do piso.

¿Qué pasó con la Policía Metropolitana?  ¿Hicieron guardias?

           La metropolitana dejó de venir  a partir de una noche particular. Cansados de esta situación los enfrentamos y les planteamos que no podían hacer lo que hacían, desde ahí no vinieron más. Les dijimos a la policía y a los que estaban de civil que no podían entrar porque este es un hospital público, sí podían hacer rondas pero no podían estar en una actitud amenazadora durante mucho tiempo en un hospital bajo estas características. 
           Yo destaco la valentía de las compañeras, las enfermeras del Borda, profesionales de la guardia del Borda que no dejaron que entraran los camiones de la empresa constructora EMA SA, una de las que ganó la licitación. 

¿Cuál es la diferencia del Taller protegido N°19 con los otros centros de actividades recreativas que tiene el hospital?

           Este taller es el único taller intrahospitalario,  es decir que está dentro del hospital y que solo pueden venir pacientes del hospital Borda. A este taller no puede venir cualquiera, solo pacientes del Borda. Está desde el año 84 y por eso es la defensa de este lugar como un sector de salud importante para el hospital. Acá se fabrican ellos estos mini-armarios para sus cuartos y estas camas.

¿Reciben apoyo de los medios?

           Justamente la idea de esta nota de Clarín, del 29 de agosto, página 56, es mostrar las dimensiones del proyecto estratégico. Lo importante de que salga esta nota es que dice las dimensiones de la obra, porque en realidad comprende desde la Avenida Caseros hasta Australia, que es allá en la Estación Sola; después desde Ramón Carrillo a  Perdriel: o sea que toman todos los tres hospitales.

Ustedes son los que más se exponen. Sin embargo, el proyecto abarca a los tres hospitales ¿Reciben ayuda de ellos?

           Si, los otros también están acompañando, a veces vienen del Moyano a hacer guardias. Hacemos actividades conjuntas, asambleas conjuntas. El viernes hacemos una en Brancer y Carriillo, vienen legisladores y autoridades de todo tipo.

¿El Gobierno de la Ciudad no proponen mover el taller a otro lado?

           No, sino discutiríamos en otros términos. Nos sentaríamos a hablar, o sea si fuera así diríamos: “Si es necesario construir esto ¿A dónde va a el hospital? ¿Qué pasa con el hospital? ¿Qué pasa con los otros talleres? No nos olvidemos que el Borda cumplió 149 años de existencia, no se pueden borrar 150 años de historia.

Hace poco salió publicado en Tiempo Argentino un recital a beneficio que se hizo ¿Los hacen seguido?

           Sí, todos los sábados están haciendo festivales relacionados con la música, la cultura, el arte, el cine.

¿Estuvo la Bersuit? ¿No?

           Estuvo la Bersuit, hicieron un festival a fuera. Adentro no queríamos porque iba a afectar mucho la intimidad de los pacientes, por los equipos y todo eso. Lo hicimos en la puerta, ahí afuera. Salió muy bueno porque vinieron alrededor de 3 mil personas. 

¿Quiénes más los ayudan?

           Dentro de este lugar recibimos ayuda de los compañeros del Vatayón militante del estado nacional y popular. Vienen a colaborar y solidarizarse con esta lucha, hacemos actividades culturales. Estuvo Ariel Pratt el sábado pasado. También estuvo gente del Colón tocando acá, eso fue muy bueno. La vez pasada vino La Chilinga. Hay un montón de compañeras y compañeros que vienen a expresar su solidaridad a partir del arte de la música todos los sábados. Igual, va variando... este sábado puede ser una comparsa.

 ¿Ustedes trataron este tema con las autoridades del Hospital?

           No, no hacemos negociaciones de ningún tipo. Pero, si intentamos intervenir cuando el Ministerio de Salud y de Modernización castigaron a los compañeros con 53 días de descuento de los sueldos. Aparentemente se hará efectivo y no hay negociación posible. Este viernes hay una actividad importante para denunciarlos. Es a las diez de la mañana en el hall del hospital, participarán el Moyano, algunos legisladores,  van a venir compañeros de distintos sectores, la CTA de Hugo Yaski y diputados nacionales.

¿De la oposición tienen apoyo?

            Si de la mayoría de los bloques, incluso de la Coalición Cívica. Digo inclusive porque de todos los sectores de la oposición son los más presentes. 

¿Del PRO se acercó alguien?

            No, nadie.

Entonces, ¿la postura de ustedes es que se mantenga abierto acá el taller o que se cierre y se traslade a otro lugar?

           Lo que nosotros planteamos, que es, básicamente  la voluntad del conjunto de nuestros compañeros, es que no estamos en contra del centro cívico por fuera de esto. Creemos que si va a servir, de alguna manera, para descentralizar, lo que es la administración esta bien, pero que sea fuera del área de salud, tenemos incompatibilidad por la obra. En el artículo de Clarín se ve la maqueta que ganó, no es un edificio chiquito... es inmenso, incompatible con la salud... ¡Todo lo que va a significar esa obra para los pacientes! Son empresas casi multinacionales y tienen un despliegue impresionante, no es que va a venir un camioncito. Eso afecta las actividades, la relación de los pacientes con el hospital.

Con respecto a la ley de desmacomianilizacion ¿Cuál es la postura que tienen?

           Hay dos leyes sobre la salud mental. Por un lado está la ley que se aprobó en el 2000, la 
448 esa de la Ciudad y la del Gobierno Nacional que se aprobó el año pasado. Nosotros, particularmente, no la Comisión Interna del Taller, no estamos a favor. Tenemos compañeros que están a favor, hay un debate sobre eso. Nosotros llevamos más de 10 años de debate con este tema porque creemos que en definitiva los sectores que están plateando la demascominializacion en algún aspecto favorecen el cierre del hospital y nosotros creemos que el hospital que el hospital no es un manicomio, una cárcel o un centro de detención, como dicen algunos desmacominizadores. Creemos que este es un hospital neuropsiquiatrico y tiene deficiencias producto de la gestión de distintos gobiernos. Creemos que el paciente psiquiátrico necesita atenciones multidisciplinarias  el hospital es algo central para el paciente. Como el caso de Adrian que no tiene donde ir, que no tiene posibilidades de vivir solo, que le es muy difícil por sus condiciones. Entonces, plantear el cierre de un hospital, el cual permite que la gente reciba medicaciones, techo, comida, posibilidad de bañarse, de ser atendido diariamente va en contra de lo que inclusive ellos plantean.

¿Y sus argumentos cuales son?

           Desde nuestro punto de vista, sus argumentos no son científicos. No sé dónde encuadrarlos... por ahí es duro lo que digo, pero en definitiva lo que ellos terminan negando es la enfermedad. Idealizan al paciente, lo ponen en un plano de idealización que nosotros no compartimos. Nosotros creemos que la enfermedad existe, no es algo abstracto… es algo concreto que se expresa de distintas formas y está catalogada en distintas categorías. La psicosis no es un verso, la medicación es importante.

¿Lo plantean desde el punto de insertar a los pacientes en la sociedad? 

           Pero... ¿Qué es insertar a alguien en la sociedad? Hay pacientes que ni la familia los puede contener por la propia lógica de la patología. No es fácil vivir con alguien con una enfermedad mental, tampoco quiere decir que las familias sean expulsivas. Nosotros no estamos de acuerdo con ese tipo de familias, pero en muchos casos lo hacen porque no tienen los recursos como para contener a un hijo, un padre o una madre con determinadas patologías, requiere mucha inversión y atención. Inversión en el sentido, como por ejemplo, de mantener este hospital como realmente hace falta... significa invertir mucha guita. Sobre todo, teniendo cuenta que las guardias no dan abasto. Hay demandas por un montón de situaciones sociales, como por ejemplo, desde que estamos acá hablamos mucho con la guardia del Borda por el tema de adicción, alcoholismo y otro tipo de situaciones que son complejas. A partir de una adicción se le puede declara una esquizofrenia o psicosis o puede tener una enfermedad y una adicción. Acá no hay ningún departamento que trate las adicciones, si tratan la enfermedad, que es una esquizofrenia o depresión pero no hay específicamente ahora uno que trate la adicción. Antes había uno pero lo sacaron, al cerrarlo distribuyeron  los pacientes en distintos pabellones. Por eso, una de las propuestas es que con lo que se va a invertir en el Centro Cívico se haga un polo de salud y dotar al hospital de todas las necesidades, equiparlo e ir creando las condiciones intermedias para que los pacientes puedan tener una re-inserción social. Pero a partir de que el Estado se haga cargo del seguimiento, de un montón de situaciones que se derivan de eso. Por ejemplo, si vos venís los sábados acá te vas a encontrar con una cantidad de pacientes que fueron dados de alta y que están en situación de calle porque la sociedad no es Blanca nieves y los siete enanitos, la sociedad es la sociedad, es lo que vemos cuando salimos de nuestras casas día a día. Muchos pacientes son pobres y sus familias están llenas de problemas. Adrian tiene un hermano que está en la cárcel y otro que tiene problemas con las adicciones. A veces los pacientes no tienen un lugar una vez que salen del hospital.
 Por esto, nosotros creemos que a ese debate le faltan todos estos elementos. Mientras tanto, nosotros creemos que el único resguardo que tiene este segmento de la sociedad que no pueden pagar una clínica privada o una mejor atención, el hospital es lo único que tienen y si no... la calle. Lo grabe también de esto es que muchos pacientes que están en situación de calle y les dieron de alta no se los re ingresa, se los deja entrar para que vayan al Centro Cultural, al Frente de artistas, pero no vuelven.

¿Se terminan de recuperar?

           No, no. Te invito a que vengan el sábado y lo veas con tus propios ojos. Son pacientes que están en situación de calle, duermen en la calle, a otros los echan de la casa y el hospital sigue siendo para ellos la referencia de poder estar un poco mejor... obvio, a partir de otra realidad. Ellos vienen los sábados a comer, en el Centro Cultural les dan ropa cuando vienen los días que tienen actividades y los otros días tienen que sobrevivir. Algunos están en una situación extrema y terminan en cualquiera.

¿Cómo es la relación con los otros pabellones que proponen actividades recreativas para los pacientes? ¿Hay relación?

           Si, si hay relación. En algunas cosas trabajamos juntos, en otras no. Alguna diferencias tenemos, no te voy a decir que no. Pero esta situación de la construcción del Centro Cívico hizo que coincidamos en la necesidad de que esto no se lleve adelante. Al principio el Gobierno de la Ciudad intentó engañar a los distintos sectores diciendo que era nada más que este pedacito, que era algo chiquito. Pero es inmenso, es mucho más. De cualquier manera nosotros participamos de las asambleas con ellos. La gente del Centro Cultural vino acá, estuvieron con nosotros. En el marco legal estamos haciendo cosas conjuntas, de distintas maneras pero con un mismo objetivo: no permitir que esto se lleve adelante y es justamente por el bien de los pacientes. El fin último de todos es el mismo pero lo hacemos de diferentes maneras.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La verdadera dimensión del Centro Cívico


Ver Dr. Ramón Carrillo 375 en un mapa ampliado



          El futuro Centro Cívico que se quiere construir en el barrio de Barracas abarca desde la Av. Caseros a Australia y desde Dr Ramón Carrillo a Perdriel. El objetivo, según el Gobierno de la Ciudad, es la re-urbanización de esa área que siempre se caracterizó por estar altamente descuidada.
          El edificio se da en cinco bloques de vidrios, estos están comunicados unos con otros y se encuentran en forma paralela. La empresa ganadora Egozcue Vidal + Pastorino Pozzolo. Elegida por ser la más racional y económica.

sábado, 27 de octubre de 2012

Un día en el Borda: última parte.


              Cuando salimos del Centro Cultural, nos dirigimos a la recepción para ver los horarios de los talleres que ofrece el Frente de Artistas del Borda (FAB). La mayoría de ellos se dan a la tarde, excepto los sábados. Los lunes hay talleres de desmanicomialización (14hs) y teatro participativo (15.30hs); los martes hay circo (13hs) y teatro (15.30hs); los miércoles hay taller de plástica(13hs) y música (15.30hs); los jueves hay fotografía (13hs) y expresión corporal y danza (15hs); los viernes solamente está el taller de letras (14hs); los sábados hay tres talleres: mimo(10hs), murga (12hs) y periodismo y comunicación (13.30hs).

                Mientras esperábamos que se hagan las dos de la tarde para presenciar el taller de letras, nos sentamos en una especie de cantero gigante que hay en el patio central. Ya no había mucho movimiento, era la hora del almuerzo. Unos minutos antes del horario acordado, aparecieron unos cuatro internos que se iban acercando al FAB. Como todos, nos pedían plata, cigarrillos o fuego. En ese momento, apareció un hombre y gritando nos empezó a hacer preguntas:

- ¿Chicas a dónde van? ¡Si son del Moyano no pueden estar acá, porque las mujeres no pueden estar acá!
- Estamos esperando que empiece el taller de letras.
- Ahora viene Martín, espérenlo acá a Martín. ¿Quieren que lo llame? Ahora le digo que venga.
- No, no te preocupes, esperamos acá.
Hizo como si no le hubiéramos dicho nada y se fue al grito de: "Martín, unas chicas te están esperando”.

                Éramos alrededor de siete personas en la puerta del FAB. Llegó un hombre un tanto desprolijo, sacó una llave del bolsillo y abrió la puerta del pabellón. Antes de entrar le contamos que éramos estudiantes de periodismo y que queríamos presenciar el taller. No tuvo ninguna objeción y nos invitó a pasar: “A los talleres puede venir cualquiera, son abiertos a todo el público”.

                El FAB es diferente a cualquiera de los centros. Tiene un par de tablones que se usan como mesas, muchas sillas y una cocina muy precaria. En una de las esquinas, las sillas forman un círculo y en las paredes cuelgan varias pancartas de tinte político. Como en la mayoría de los pabellones, el frío se siente más que afuera.

                Los pacientes al entrar se dirigían directamente a una mesa ovalada que se encontraba en una de las esquinas. Martín preparó el mate y dio una pequeña introducción: “Antes de empezar la clase de hoy me gustaría que nos presentemos. Nos acompaña gente nueva, por eso quiero que digan porqué están acá y que nos cuenten algo acerca de ustedes”.

                Uno a uno se fueron presentando: empezó Martín y contó que él era profesor de antropología y estudiante de sociología. A continuación, se presentó Tomás, era el acompañante terapéutico de Pablo y ese día le tocaba presenciar la clase junto a él. Pablo, uno de los internos, aparentaba tener más de 50 años, era el más locuaz de todos, sonreía todo el tiempo y hacía chistes: “Yo tengo la misma edad que Tomás, ¿o no?”. Al lado de Pablito, como le decía Martín, estaban sentadas dos chicas, estudiantes de psicología, que querían tener contacto con los pacientes del Borda. Al lado de ellas estaba Jorgito, que, lo único que hacía era fumar. Seguido a él, dos chicas que se encontraban en el Hospital por trastornos alimenticios; a su lado un hombre que no se quiso presentar y por último, nosotras.

                En tanto esperábamos que empiece la clase, todos en la mesa, nos encontramos hablando de las diferencias entre el Borda y el Moyano:

- Nosotras estuvimos ahí, no le dan mucha bola a los pacientes, acotó una de las chicas que tenia trastornos alimenticios.

- Sí, a mi llegaron comentarios de que a los pacientes los atan, que los enfermeros roban, respondió una de las estudiantes de psicología.

-Al Moyano van las mujeres, comentó Pablito.

Martín se sentó y explicó que continuaría con el tema de la clase pasada:

- Estábamos hablando de la tercera persona y las voces narrativas, que no son lo mismo que las verbales. Cuando yo leo algo, alguien me cuenta algo. La tercera persona es un todos. Un todos, un nosotros, un por qué eso. No se explica cómo se entiende todo, es algo omnisciente. No importa cómo lo sabemos, pero conocemos todo.

- El omnisciente. Sí, eso. Es un yo, dice Pablito. Yo también sé todo. Yo sé que él se llama Tomás, que ellas estudian periodismo y ellas psicología ¿Ven? ¡Sé todo! Un yo, un yo.

                Martín se levantó a buscar el agua para el termo y, mientras, afirmaba con la cabeza las cosas que decía Pablo:

- No como el periodismo que inventan cosas y se hacen los que saben todo. Igual no tengo nada contra ustedes chicas, ¡eh! Reconozcamos que a veces no se informan.

                Nadie dijo nada. Martín, ante el silencio, sacó de un cajón unas revistitas y las empezó a repartir. Corpiños en tus ojos, así se llama la revista que escriben los internos que participan del laboratorio poético del Frente de Artistas del Borda. Aquella era la edición N°5 del año VI de la era Orwell.  Este número tenía fotos de los internados mostrando partes desnudas de su cuerpo: “Estuvimos en la exposición de fotografía. Se puede seguir visitando, la muestra es en Constitución”. Pablo, a su manera, repetía lo mismo que decía Martín: “Acá no más es. Fuimos con un muchacho llamado Tomás. ¡Se llama como vos Tomás!”.

                Pablo vuelve su mirada a las pacientes ambulatorias y les dice:

-Tomás es mi acompañante terapéutico nuevo, lo enviaron del juzgado. El me acompaña a todos lados. Es buen pibe. Es jovencito como yo”. ¿Vieron la revista esa que hizo Martín conmigo?

                Una de las estudiantes de psicología comenzó a leer en voz alta uno de los textos de aquella revista tan particular:
“En mi cama, esperando por el Doctor y la aguja, una toz me está llamando, un quejido nace mientras veo una nube de humo. Todos en las camas durmiendo, unos al lado de otros parecen inofensivos capullos de algodón. La Hermana Violencia y el frenesí se convierten en el mejor sueño incansable, con su largo rubio y sus ojos azules, azules ojos no me dejan dormir de noche y los capullos se quejan y roncan sin saber que el piso es un desmadre. El sol entra por la ventana amenazante prometiendo la más maravillosa aventura. El renacer de las rejas químicas. Pensando en los buenos tiempos; en las noches de fantasía, espero el alarido rebelde de todos los que están dormidos pero la rueda de la miseria nos captura, empieza la danza macabra de todos los días con su filosa espada llamada: Incomprensión.”
                Pablo la interrumpió:

- Mirá las fotos, ese es mi físico natural. Ese, ese, es mi físico natural. Tomás, para que vean mi físico. Ahí en la contratapa está mi físico, Tomás. Hay poesía también. Fijate ahí donde dice Pablo. Ese soy yo. Martín mostrale a Tomás para que vea cómo escribo.

- Pero leelo vos, Pablo. Tomás lo incita.

                Pablo se paró y comenzó:

“El tiempo con las uñas. Tengo una toalla en medio de la selva, quizás sea el tiempo azul. En lomas de de Certero llega un deudor llamado Lagarto Orquesta y quiere hundir un barco. Quizás multiplicar y quiere hundir un barco el oleoducto resucitado con leche en un cojinete feliz. Quizás todo termine en un laberinto”.
              
            Todos aplaudimos a Pablo. Él sonrió:

 - Tomás, lo hicimos los que venimos al taller de letras con Martín. Martín, ¿me convidas un mate?

            Martín se apartó de la mesa y contó que a las 15.30 empezaba la asamblea que realizan todos los viernes:
“Es una asamblea para mejorar los talleres, organizar los horarios, la distribución de tareas, realizar cosas en conjunto. Todos pueden participar, si quieren pueden venir. Apto para todo público”.

martes, 16 de octubre de 2012

Taller Protegido N°19



Dentro del Hospital Interdisciplinario José Tiburcio Borda, los pacientes tienen la posibilidad de realizar actividades recreativas en diferentes centros. La mayoría de ellos tiene un acceso público, pero, a diferencia de los demás, el Taller Protegido N°19 es el único que está cerrado para los internos del Borda. En él se realizan actividades de herrería y carpintería. Los pacientes hacen sus propios muebles y camas.







Los terrenos de la discordia

     En el conflicto con el Gobierno de la Ciudad, el problema radica en que ellos quieren una hectárea y media de los terrenos del Hospital José Tiburcio Borda. Allí, actualmente, funciona el Taller protegido N° 19 y la cancha de fútbol. Estos terrenos fueron cedidos por el Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires bajo el mando de Jorge Lemus


jueves, 11 de octubre de 2012

¡Feliz cumpleaños!


11 de octubre de 2012


Un día como hoy, pero de 1863, se fundó el asilo "San Buenaventura". Su nombre fue en reconocimiento al doctor que incitó a su construcción, Ventura Bosch. Luego, durante la presidencia de Julio A. Roca fue rebautizado, el 8 de mayo de 1888, con el nombre de "Hospicio de las Mercedes" haciendo referencia a la Virgen de las Mercedes, patrona de los presos y asilados. En 1905 se lo declaró Hospicio Nacional.
En 1949 se vuelve a cambiar su nombre por “Hospital Nacional Neuropsiquiátrico de Hombres”. Sin embargo, no sería la última vez que su nombre cambiara: en 1967 fue "Hospital Nacional José T. Borda”, en 1996 "Hospital Neuropsiquiátrico José T. Borda” y en la actualidad se llama “Hospital Psicoasistencial Interdisciplinario José Tiburcio Borda”.

lunes, 1 de octubre de 2012

Una lucha diferente


Cuando la palabra “manifestación” aparece en los medios, es inevitable para los ciudadanos porteños no relacionarlo con calles o avenidas cortadas, disturbios en la vía pública y lo que ya conocemos. A diferencia de todo lo que se puede imaginar,  la manifestación que se realizó en las instalaciones del Hospital tuvo un tinte artístico.
El pasado 12 de septiembre se realizó un festival en contra de la construcción del Centro Cívico de la Ciudad de Buenos Aires en los terrenos del Borda. 
La manifestación artística contó con la presencia de varios artistas nacionales, como La Bersuit, Villanos y Leo García. Integrantes de La Bersuit Vergarabat manifestaron su descontento con el accionar que el Gobierno de la Ciudad está teniendo desde hace un tiempo hasta ahora: “Ya desde el año pasado empezó como un ataque sistemático cortando el gas”.
Tampoco faltó la presencia política en la manifestación: representantes del Movimiento Evita y La  Cámpora junto con organizaciones políticas, sociales, estudiantiles y culturales, además de los gremios involucrados con el Hospital. Sebastián Demiryi, uno de los referentes del Movimiento Evita, le pegó duro al Gobierno de la Ciudad: "Veníamos trabajando junto con las organizaciones del Frente Para la Victoria en el barrio y surgió la idea de salir a generar un hecho político, que atraviese lo cultural también, y exprese con contundencia el reclamo de los trabajadores del Borda. Sobre el proyecto macrista afirmó: “entendemos que el Gobierno de la Ciudad quiere imponer un modelo privatista de la salud y la educación, el centro cívico no hace más que responder a los intereses inmobiliarios especulativos que defiende el Gobierno de la Ciudad.”
Por otra parte, el secretario adjunto de la Asociación de Trabajadores del Estado, Ernesto Balbiano dijo: “Los talleres que el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, quiere cerrar son fundamentales en la recuperación de los pacientes y en su re-sociabilización”. A estas declaraciones se le pueden sumar las de Marcelo "nono" Frondizzi, titular de la junta interna de los Talleres Protegidos: "Pedimos que esos millones se inviertan en incorporar recursos humanos para equipos interdisciplinarios, y se creen más dispositivos para la reinserción, como las casas de medio camino y hospitales de día y de noche"



sábado, 29 de septiembre de 2012

Un día en el Borda: parte dos


Los medios remarcan, cada tanto, los problemas de salubridad a los que se tiene que enfrentar el hospital. Sin embargo, son inimaginables las condiciones en las que viven los internos, no es necesaria una investigación muy profunda para encontrarse con la realidad a la que están condenados. 
                Cuando retomamos el pasillo central, el que está a la izquierda de la recepción, el que va al corazón del hospital, observamos que el número de puertas y personas  aumentaba, también el lujo desaparecía. Aquella música que manipulaba los sentimientos seguía sonando.
                Al llegar al final del pasillo, el escenario ya no es el mismo. El espacio se reduce,  hay un olor nauseabundo instalado: las escaleras están llenas de pis y vidrios rotos. Las puertas ya no son de madera sino de un material impenetrable, todas tienen ventanas, pero también tienen rejas y vidrios gruesos. Los pasillos están deshabitados y, cada tanto, hay un guardia que indica el camino. Entre tantos pasadizos y puertas, algunas llevan hacia los pulmones del hospital que tienen acceso directo al patio central. 
                Ahí se pueden ver las diferentes instituciones que funcionan: la unidad 20 del Servicio Penitenciario Federal, el Centro Cultural, talleres, una escuela, el Frente de Artistas del Borda. La mayoría de las paredes están pintadas con mensajes significativos: "La locura ante todo", "Pabellón 22", "La locura se amasa", “Esperanza”, "No a la nueva ley".
                Sobre la calle Dr. Arturo Ameghino hay algunos internos caminando. Mientras buscábamos el FAB, uno de ellos se nos acerca:
- ¿Necesitan ayudan? ¿Buscan algo?
 - Estamos buscando dónde se dictan los talleres ¿Sabes dónde es?
- Sí, es allá. Síganme, ¿quieren que las lleve? Síganme. Pero si no quieren, no eh. Yo voy ahí. Esta el Doctor ahí. Es al final del camino, yo voy ahí ¿Las llevo? No las quise asustar, perdón.
- No, no nos asustaste. Llevanos
                Entre todas las charlas que tuvimos ese día, los profesionales y los pacientes nos hicieron entender que lo último que se puede encontrar en el hospital es cordura:
- No las quise asustar, perdón. Yo las llevo. Me llamo Adrián ¿Y ustedes? ¿Cómo están?
- No, no nos asustaste ¿A dónde vamos? Bien, ¿vos?
- Al Centro Cultural.
- ¿Ahí se dan todos los talleres?
- Todos no, pero hay fotografía, teatro, de todo.
- ¿Y vos haces alguno?
- No, yo hago otras cosas. Cursé toda la carrera de ingeniero agrónomo y ahora estoy terminando las que me faltan porque tengo 19 aprobadas en agronomía. ¿Ven estos árboles y plantas que hay por acá? Yo les dije que los planten. Encima estudio en la Universidad de La Plata y tengo mucho tiempo de viaje. Ayer fui a la biblioteca. ¿Fueron a La Plata? Es una ciudad re linda.
- Si, conocemos.
- ¿Estuvieron en la biblioteca?
- No, no estuvimos.
- Quedó re linda la biblioteca, ¿no la vieron? Este libro lo saque de ahí.
                Teníamos una mezcla de sentimientos: estábamos en un lugar desconocido, siguiendo a una persona que no conocíamos, a un interno más. Íbamos pasando los pabellones, en su mayoría cerrados, nos encontrábamos en medio de un terreno que parecía no tener fin.
Adrián hablaba con un tono más alto del normal, todo el tiempo hablaba del doctor encargado del Centro Cultural: “El doctor es bueno, él las va a ayudar”. Al llegar al final del camino, una casa diferente a las demás: rodeada de flores y bancos como si fuera una plaza, llena de carteles,  dibujos y muchos colores. Como cada puerta del hospital, tenia rejas, pero a diferencia de las demás no trasmitía esa sensación de encierro y tristeza. A su lado, un cartel: “Gracias por latir al mismo ritmo”.
La humedad y los años se notaban en aquella puerta pintada de verde que daba hacia un mundo diferente del hospital. Apenas entramos, el frío se apoderó de nosotras. Atrás de todos esos dibujos pegados en la pared se notaban los años del pabellón.     
- Hola, Jorgito ¿Hay alguien? Pasen chicas, pasen. Acá está el teatro y bajando la  escalera está el cine, arriba el baño… y acá… ¡Miren, esto lo pinte yo!
- ¿No hay relación con el Frente de Artistas?
- No, son cosas distintas. Este es superior al otro.
- ¿Por qué? ¿El Centro tiene más años?
- Viene más gente. A veces organizan bailes, qué sé yo. Miren las pinturas que hay acá, pasen, pasen.
Adrián termina su recorrido en el salón donde estaba el doctor, le cuenta que queremos hablar con él, nos saluda a cada una con gran afectuosidad y se va.
Ese salón es el único que tiene calefacción en todo el pabellón, parece más un taller de carpintería que otra cosa. Hay varios armarios, dos mesas largas con muchas sillas alrededor y al final de la primera mesa está el psiquiatra Daniel Camarero, coordinador del Centro Cultural.
            Camarero nos hace un recorrido histórico del Centro Cultural: “Fue uno de los primeros que se fundó junto con el hospital, en sus comienzos se daba la cátedra de autopsias”. El doctor nos señala como una especie de balcones, mucho más angostos, que están en lo más alto de la habitación. “Justo aquí los estudiantes tenían la cátedra y los profesores se ponían ahí, en el medio”, señalando el centro de la sala. “Como está al fondo del hospital pasó a ser una lavandería, luego un depósito hasta quedar totalmente abandonado”.

“Ahora alberga a artistas, voluntarios, pacientes. Todos los días hay talleres, son espontáneos, aunque en invierno se resiente mucho la actividad”.

                “El Centro es una confluencia de varias disciplinas: pintura, plástica, teatro, poesía,  soldadura, carpintería y hacen todo tipo de artesanías; todo tipo de expresión artística. No están solos, por lo general vienen algunos voluntarios. Los pacientes vienen en forma voluntaria, nadie los obliga a nada, ellos se van acercando por el boca a boca. Les tratamos de dar un espacio libre, algo distinto y no estructurado, como todo en el hospital. Todas las personas tienen una expresión artística, con agarrar un papel y hacer un dibujo. Es lo que se llama el arte bruto, el arte marginal”.
                Mientras nosotras escuchábamos e intentábamos entender cómo se podía recluir “mucha gente” en cada taller si eran voluntarios y espontáneos, apareció Jorgito. Agarró un martillo y empezó a clavar algo en una puerta, el ruido que hacía era ensordecedor. Camarero seguía con su explicación pero a los gritos. A los cinco minutos, Jorgito, resignado, dejó el martillo y se fue.
                Cuando nuestra charla retomaba la tranquilidad, entró un hombre mayor pero pequeño, tenía un saco azul y de él sacaba, compulsivamente, sus cigarrillos.  Se sentó en la punta de la mesa, entre el doctor y nosotras: “Muy bien, doctor, lo felicito”. Intentaba sacar desesperadamente otro cigarrillo, movía muy rápido las manos, fumaba sin parar y sin parpadear.
                Camarero lo miró por unos segundos y continuó: “Como decía, no hay horarios. Los pacientes ya tienen su tratamiento con horarios estrictos, esto es un complemento para pasar el tiempo…” y, antes de  que terminara, el hombre del saco azul interrumpió al doctor:
– ¿Ustedes toman jugo de frutilla? El jugo de frutilla se compra en la verdulería y lo toman, ¿no?
- ¿Ven? El centro ayuda a pacientes como a él. Entran con total comodidad y libertad, no importa los síntomas que tengan. Es complicado porque a los pacientes se los restringe, así que no se sienten cómodos en cualquier lado.
- Yo tengo 150 años, ¿ustedes? ¿Sabían que yo soy médico recibido? (Nosotras, desconcertadas miramos al doctor, quien movió la cabeza afirmando lo dicho). Me recibí a los 27 años y tengo dos títulos secundarios, ¡Dos!” Se levantó y se fue.
                El doctor ya había respondido a todas nuestras preguntas y nos invitó a recorrer el Centro Cultural. Antes de que nos dejara solas le preguntamos si hacían cosas junto con el Frente de Artistas del Borda: “El Frente es otra cosa. No tengo idea qué hacen y sólo me interesa hablar del Centro Cultural”.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Lo que ellos quieren


Ver Dr. Ramón Carrillo 375 en un mapa ampliado




En el mapa se puede observar la porción del terreno del Borda

 que el Gobierno porteño quiere para construir el Centro 

Cívico de la Ciudad de Buenos Aires.





sábado, 1 de septiembre de 2012

Un día en el Borda: parte uno


Las primeras heladas se acercan a la Ciudad de Buenos Aires. Hace mucho frío. Adentro hace más frío que afuera, increíble pero cierto. En el Borda hace más frío que afuera.
                A no más de 500 metros del Hospital Psicoasistencial Interdisciplinario José Tiburcio Borda, se encuentra la estación Constitución, por donde pasan miles y miles de personas en el día. Sin embargo, a medida que uno se va acercando al Borda parece entrar en otro barrio, otra ciudad, otro territorio. El silencio se apropia hasta de las avenidas  más cercanas al hospital. El miedo y la intriga también. Al ver a las personas que van hacia aquella dirección, es inevitable no preguntarse: ¿A qué van? ¿Cuál es su historia?
                En la calle Doctor Carrillo 375 la infraestructura llama la atención por sí sola y más cuando a lo lejos se vislumbra la leyenda “Hospital Psicoasistencial Interdisciplinario José Tiburcio Borda”. Parece imposible entrar. Metros y metros de rejas altas y oxidadas. A mitad de cuadra la entrada principal está custodiada por personal de seguridad: unos revisan los autos y alzan la barrera para el ingreso, otros se encargan de observar a las personas que entran. A la izquierda, un par de escalones.
                Antes de entrar al hospital y pasado el jardín delantero, un grupo de jóvenes toma nota sin parar; junto a ellos, un profesor que no para de dar indicaciones. Una vez adentro, en el hall del hospital, pasan varias personas: unos con delantales blancos, otros apenas abrigados que fuman sin parar, también hay seguridad. El salón está lleno de puertas y tres grandes pasillos llevan al fondo y a los costados del Borda.          
                Junto al pasillo central, el que lleva a la gente hacia el corazón del hospital, está la recepción. En ella, un hombre con mucha complicidad nos recomienda no decir que somos estudiantes de periodismo: “Para visitar el hospital se necesita una autorización, tienen que llamar acá para hablar con prensa”.  Sin embargo, nosotras Íbamos en busca del Frente de Artistas del Borda (FAB). Al preguntarle, mira hacia la derecha  indicando por qué pasillo teníamos que ir y cuál era la puerta que debíamos tocar.
                La puerta estaba cerrada pero había un cartel más o menos grande que indicaba los horarios y lugar de los talleres.  El próximo empezaba las 10:30 am, eran las 9:50 am. Sin salir de aquel pasillo, encontramos el aula donde se dictaban las clases. Dos mujeres entraban y salían hasta que le preguntamos, a una de ellas, si podíamos presenciar la clase de teatro; nos miró, tardó y respondió: “Sí, no hay problema. Esperen hasta las 10.30 que arrancamos”.
                De repente y a todo volumen empieza a sonar una sinfonía. No sé cual, pero aquel piano manejó los sentimientos de las personas por un largo rato. Provenía de unos parlantes que estaban en el hall y a lo largo de los pasillos. La melodía llevaba de la máxima exaltación a la misma tranquilidad en segundos y reiteradas veces.
                Mientras esperamos que sea la hora, observamos que había una gran cantidad de puertas continuas en aquel pasillo, ventanas muy altas y enrejadas, bancos de madera como los que hay en las iglesias y  afiches de cine. La música seguía. Un señor en traje y alpargatas había pasado dos veces, a la tercera, se para y nos dice con un tono seductor:
- Buen día chicas, ¿Cómo están?
- Bien, bien ¿Usted?
- ¿Tienen cigarrillos?
- No, no fumamos.
- ¿Y plata?
- Tampoco, disculpe.
                Sigue su camino arrastrando las pantuflas y se para tres bancos más adelante para hacerle las mismas preguntas a un hombre que está junto a una mujer mayor.
                Alrededor de las 10:15 hs. llega una chica, muy joven, llorando, angustiada, perseguida y desesperada. Empieza a golpear con mucha fuerza una de las tantas puertas que teníamos en frente. Sale una mujer, la consuela. Hace que se siente en uno de los bancos y le pide que le explique qué es lo que está pasando, entre llantos desconsolados y palabras abrumadas por la angustia le pide su medicamento, sin ese medicamento no puede vivir:
- Doctora necesito mi medicamento, sin mi medicamento no puedo. ¡Necesito mi medicamento, la farmacia va a cerrar a las 12 y necesito mi medicamento! Me pelee con mi papa, mi mamá no fue a trabajar, se va a quedar sin trabajo. Nadie me entiende. Por favor, necesito mi medicamento. No tengo más y la farmacia va a cerrar a las doce ¡Necesito mi medicamento!
La  doctora  la agarra de las manos para poder calmar ese llanto sin consuelo y acota:
 - Quedate tranquila, no pasa nada. La farmacia no va a cerrar, ahora te hago la receta y lo vas a buscar.
- Es que nadie me entiende. La farmacia cierra a las doce doctora, necesito mi medicamento.
- Vas a llegar a la farmacia. Veni, pasemos que te voy a dar algo. Deja de llorar.
                Nadie se presentó al taller. Antes de las 10:30 AM golpeamos la puerta, salió la misma mujer que minutos antes nos había dicho que esperemos y le preguntamos:
- ¿Ya empezó el taller?
Nos mira, señala un cartel (¡Vacaciones! Volvemos el 20/08) y nos dice:
- El taller está de vacaciones, hasta dentro de tres semanas no hay clases.